Qué levante la mano el que se ha hecho una foto de postureo en un lugar súper cool, y la ha subido a Instagram con un hashtag muy molón. Pues yo, la primera.
Pero, el turismo de Instagram, no es eso (solamente). Es visitar un lugar sólo para poder sacar la foto e irte al siguiente punto a sacarte otra foto. Sólo para publicarla en Instagram, y ganar unos cuantos likes.
Se trata de un turismo de consumo rápido, el llamado fast tourism (al igual que tenemos el fast food, fast shopping y fast todo).
En el caso del llamado Turismo de Instagram (o turismo de selfies si preferís), comporta además una serie de consecuencias negativas:
- No nos interesamos por el contexto. Sólo interesa la foto, la estética, el “he estado aquí”. Detrás del ese lugar que se visita, hay una historia, una cultura, unos hechos o una biodiversidad, que no se están teniendo en cuenta. Y cuando el contexto de un lugar no se tiene en cuenta a la hora de visitarlo, es más probable que se cometan actos poco responsables, aunque sea simplemente por falta de información.
- La población local percibe como algo negativo esta falta de interés real por parte de los visitantes por su patrimonio (natural o cultural) que se está visitando. Y esto da lugar a un rechazo hacia los turistas por parte de los residentes, ya que no existe un intercambio sociocultural positivo.
- Genera masificación. Desde el auge de las redes sociales, se pueden ver colas para sacarse fotos en los lugares más instagrameables. Esto comporta la masificación de lugares de forma bastante repentina, y sin que se haya podido implementar ninguna regulación para minimizar los impactos negativos.
- En general, este tipo de turismo genera poco beneficio económico a la población local. La mayoría de veces es un sitio gratuito, y se considera un lugar de “paso” (aunque quizás sus alrededores tengan mucho por descubrir), por lo que la gente para, saca la foto, y se va. Sin hacer ningún consumo en comercios locales, etc.
- Distorsionan la realidad. La mayoría de estas fotos no muestran cómo es el lugar realmente: colas de gente esperando para sacar la foto, basura, imágenes excesivamente retocadas, e incluso muchas de ellas directamente trucadas. Por lo que al llegar allí, la experiencia no es satisfactoria (aunque ya que se ha ido hasta allí para la foto, la gente se la hace igualmente y la sube a las redes sociales, lo que hace que todavía crezca más este interés por un lugar que muchas veces es irreal.
- En casos extremos, se considera a las personas o animales del lugar, un simple reclamo para tener una “foto chula”, y no se paran a pensar en qué está sucediendo allí realmente, ni las consecuencias de nuestra visita. Aunque esto ya ocurría antes de las redes sociales, el querer publicar la foto como trofeo, lo ha potenciado más todavía (por ejemplo fotos con Tigres en cautividad, o las mujeres jirafa). Visitando estos lugares, sea por sacar la foto o no, sólo se consigue perpetuar aún más estos negocios.
Estos son algunas de las consecuencias negativas de este turismo de postureo.
Pero atención, Instagram no es el culpable de todos nuestros males. No se puede generalizar ni criticar una red social por el uso que le damos. Pero una cosa está clara: la tecnología avanza a un ritmo mucho más rápido que la planificación turística, y este tipo de situaciones es posible que se vayan viendo más a menudo.
ALGUNOS EJEMPLOS DE TURISMO DE INSTAGRAM:
El Banco da Loiba (Galicia), es un claro ejemplo de un lugar que pasa desapercibido, hasta que se hace famoso por Instagram, y se empieza a masificar.

Foto: Casa rural a Pasada. La Voz de Galicia.
Artículo completo: https://www.lavozdegalicia.es/noticia/ferrol/2015/11/05/banco-loiba-trae-cola/0003_201511H5P60996.htm
Columpio CerLove en el Mirador de Cerveira (Portugal):
Otro caso es el Columpio CerLove en el Mirador de Cerveira, (Portugal). Realmente la iniciativa del columpio no está mal para atraer a visitantes, pero si no se hace una estrategia transversal que implique al resto de atractivos turísticos del destino, lo que sucede es una masificación descontrolada, sin repercutir positivamente en la comunidad local. Según he leído, hasta lo han tenido que cerrar alguna vez por saturación de coches en la zona.

Foto de la cuenta de Facebook de CerLove: https://www.facebook.com/CerLove-Escultura-de-Baloi%C3%A7o-Columpio-em-Cerveira-110720437412593
Y uno de los casos más conocidos y surrealistas, son las Puertas del cielo, en el templo Pura Lempuyang de Bali. La mítica imagen del templo con el agua, no existe, ya que atención: no hay agua. Así que se puede llegar a hacer hasta 2 horas de cola, para hacer una foto trucada, poniendo un móvil que haga el efecto del agua… Todo muy loco. El resultado es una foto como esta:

La lista de sitios es interminable, algún día haré una recopilación de los mismos. Este tipo de lugares fotogénicos, han existido siempre, pero las redes sociales y la sociedad del consumo rápido, han acentuado su masificación.
Y desde luego, estos lugares son impresionantes, y bien merecen una foto (¡o más de una!). No estamos juzgando la iniciativa en sí, si no cómo se ha desarrollado el turismo alrededor de estos atractivos. Quizás falta acompañar estas iniciativas con una gestión turística que ponga en valor toda la oferta complementaria del destino, para atraer un turismo no tan instantáneo, que permanezca más tiempo en el destino, y que reporte beneficios a las poblaciones locales donde están ubicados.